Thursday, February 07, 2013

La carretera


Las cañas mudas


Si me dieran a escoger
un pedazo de carretera,
escogería uno
no entre las carreteras
que llegan a puertos alegres
ni de las que van a ciudades maravillosas;
escogería uno,
aquel pedazo que contenga
la visión de una trilladora
que avanza en el medio
de una nube de polvo.

Uno con pájaros que sigan la huella
de los granos furtivos de la cosecha.
Uno con un conejo
que zigzaguée al sonido de las palas
que decapitan las cañas del trigo
volviéndolas mudas, sin campanario;

un pedazo de tierra curvo, de vista amplia
circundado por un arco de asfalto,
desde donde yo, de punta a punta y con canto
pueda ver ambos lados de la tolva
salpicada por el chahuistle rojo y 
azotada por los ladridos de los perros
que saltan al perseguir la huidiza liebre.

Ese pedazo escogería yo, y no lo tomaría
con ninguna cámara
tan sólo lo dejaría perderse, confiadamente, 
como a un perro dócil en una parcela.

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